En los últimos tiempos el coche ha pasado de ser un bien incuestionable, y por todos deseado, a transformarse en una amenaza a la que quieren ponerle coto de manera urgente.
El coche, o al menos su uso irracional, se ha convertido en una amenaza real que condiciona negativamente nuestra manera de vivir. Cada vez son más contundentes los argumentos que nos hacen pensar que hemos errado al alimentar una plaga que, de forma voraz e implacable, se ha ido apoderando del espacio finito de las calles de nuestras ciudades, y por ende acabando con el fin socializador de las mismas.
Se ha conseguido demostrar que el abuso del coche es un riesgo desproporcionadamente grande para la vida humana, la habitabilidad y el bienestar no solo de nuestras ciudades sino a nivel global.
El modelo de transporte urbano, antes rendido a las pleitesías del coche, ha dado paso a un urbanismo más centrado en las personas y su calidad de vida, que reivindica la recuperación de espacios para uso y disfrute ciudadano.
Los motivos de tal cambio son muchos, pero paso a describir los principales para que sea el lector el que saque sus propias conclusiones:
Contaminación
Alcanzar niveles de calidad del aire que no den lugar a riesgos o efectos negativos significativos en la salud humana y el medio ambiente es uno de los objetivos principales de todos los Estados. Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación atmosférica constituye en la actualidad, por sí sola, el riesgo ambiental para la salud más importante del mundo. Si se redujera la contaminación atmosférica podrían salvarse millones de vidas.
Actualmente la contaminación atmosférica que existe en las ciudades procede mayoritariamente del automóvil privado y de las flotas de transporte (en un 70-80%). Los principales problemas de contaminación están asociados a elevados niveles de partículas, óxidos de nitrógeno y ozono.
En América Latina, muchas de sus ciudades rebasaron el límite de 20u/m3 que recomienda la OMS. Chile, Brasil y México tuvieron las ciudades con peor calidad del aire en la región. Según el Observatorio de la Sostenibilidad, 9 de cada 10 españoles respiran un aire con niveles de contaminación superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Estos datos son corroborados por la OMS que estima que el 92% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de calidad del aire exceden los límites fijados como saludables.
Muchas se defienden y establecen protocolos de restricción del tráfico para protegerse de los altos niveles de contaminación.
Problemas de Salud
La calidad del aire tiene incidencia directa sobre la salud de las personas, especialmente en los colectivos más vulnerables como son las personas mayores, enfermos crónicos, niños y mujeres embarazadas. Tiene también relación estrecha con nuestra esperanza de vida.
Los malos humos ya matan más que los accidentes de tráfico, a nivel mundial, por cada fallecido de tráfico mueren 7 por contaminación. Otro dato que sorprende es que el aire que se respira en el interior de un coche está más contaminado que el aire del exterior.
Seguridad Vial
Cada día se producen en el mundo accidentes que ocasionan alrededor de 3.500 víctimas mortales. Una de las regiones que más accidentes de tráfico registra es América Latina, y el país que más destaca es la República Dominicana donde 41,7 personas por cada 100.000 habitantes mueren al año por la siniestralidad vial. En el lado opuesto se sitúan Chile, con 12,3 personas por cada 100.000 habitantes y Argentina con 12,6 por cada 100.000.
En Europa, se produce una media de 10 fallecidos por cada 100.000 habitantes, en donde destaca positivamente Suecia (2,8 por cada 100.000 habs.) y España, que también se sitúa como uno de los mejores (3,7 por cada 100.000 habs.).
Al contrario que en Europa, en la mayoría de países Iberoamericanos los fallecidos por tránsito suelen producirse en zonas urbanas siendo las principales víctimas los peatones, 1 de cada 3.
En las zonas urbanas de España, casi la mitad de los fallecidos y un tercio de los heridos hospitalizados tuvieron su causa en atropellos a ciudadanos que transitaban a pie por las calles.
Otro dato para la reflexión es que las ciudades y pueblos son los lugares donde los niños suelen tener mayoritariamente los accidentes que les suponen algún tipo de lesión.
Tiempo perdido
El tiempo consumido en los atascos va en detrimento del que se puede emplear en otras actividades (descanso, relaciones familiares y sociales, ocio, etc.), pero también repercute económicamente (pérdida de horas productivas, dificultades logísticas en el consumo, retrasos en gestiones laborales y abastecimientos, etc.). Los anteriores problemas están acabando por anular las principales ventajas competitivas del coche.
Los últimos estudios publicados por INRIX Global Traffic Scorecard (2016) estiman que la congestión costó a los conductores de los EEUU casi 300$ mil millones en 2016, un promedio de 1.400$ por conductor. Por otro lado, hay dos ciudades de América Latina que aparecen en el «top ten» global de la congestión mundial Bogotá (Colombia) en el quinto lugar, cuyos conductores pierden un promedio de 80 horas anuales en atascos, y Sao Paulo (Brasil) en el sexto. En España, donde cada español perdió 18 horas en atascos, el ranking lo encabezan Barcelona, Madrid y Sevilla, seguida de Bilbao como la cuarta ciudad más congestionada.
Aunque muchos conductores consideran los atascos como un mal necesario, la tensión y angustia derivadas del retraso, la pérdida de tiempo y la impotencia por no lograr salir del atasco, tienen un impacto negativo en su sistema inmunológico haciéndole más vulnerables a padecer diferentes patologías evitables.
También es considerable el tiempo que empleamos en estacionar el coche, llevarlo al taller, repostar combustible, lavarlo, llevarlo a ITV, etc., y que no solemos contabilizar pensando sólo en el tiempo que empleamos en los diferentes recorridos.
Influencia en otras modalidades de transporte
El sistema viario se vuelve ineficiente a medida que aumenta el número de automóviles en circulación. Además, su uso retrae otros medios más sostenibles al tener un impacto directo en la fluidez y sobre todo en la seguridad de la circulación.
La gente es reacia a coger el autobús por lo que tarda en llegar a destino, los ciclistas tienen miedo de ir por la calzada, y un largo etc.
Ocupación del espacio público
El espacio público es limitado y por tanto su capacidad para admitir el tráfico rodado y el de sus plazas de aparcamiento. En nuestras ciudades, los vehículos privados acaparan, de una manera u otra, más del 75% de la superficie pública del suelo. Un coche ocupa 12 veces más espacio por persona transportada que un autobús, siendo la tasa de ocupación media por vehículo de 1,25 personas.
La solución no es la de cambiar los automóviles actuales por otros no contaminantes (que también es importante) sino en ser eficientes e impedir que necesitemos ocupar más de 6 m2, y mover unos 1.500 kg, para desplazar a una persona de 75 kg .
El problema reside, además, en que el espacio que ocupa el coche se le resta al que puede ocupar espacios para cultura, ocio, deportes y el tránsito de las personas.
Transporte caro y devorador de energía
El coche supone el modo más caro de transporte. Recorrer 100 km nos suponen 19€. El coste medio de un vehículo turismo a lo largo de su vida es de 54.108 euros (20.144 euros de la compra de vehículo más el cambio de neumáticos, seguros, impuestos…). Para pagarlo tendríamos que trabajar 550 días y reservar en exclusiva el salario para este fin.
La energía necesaria para la fabricación, uso/mantenimiento y fin de su vida útil hacen del coche el más despilfarrador, con mucha diferencia, en relación a las otras alternativas del transporte.
Autonomía de los niños
Uno de los mayores daños colaterales de la “ciudad de los coches” es el que se provoca en la infancia. Los niños ya no van solos al colegio, a casa de sus amigos, ni siquiera salen solos a jugar a la calle.
Las calles han dejado de ser lugares seguros y los niños precisan de la compañía adulta para moverse, e incluso para jugar. Si lo pensamos veremos la imagen de los críos jugando en espacios confinados (parques infantiles) y bajo nuestra perpetua vigilancia. Pensemos ahora cuando éramos pequeños, el placer de las pequeñas travesuras, la emoción de descubrir la calle y los espacios de la ciudad sin más compañía que la de los amigos. Uf, lo que se están perdiendo nuestros hijos…
La falta de autonomía infantil genera que nuestros hijos lleguen a la edad adolescente sin la necesaria transición que les haya permitido forjarse como personas y con innumerables problemas generados por esta inmadurez.
LOS RETOS DE LA MOVILIDAD SOSTENIBLE
Sustituir al coche como rey del medio de transporte tendrá resistencias similares a eliminar el tabaco de los lugares públicos o cercanías de colegios y hospitales. La elección modal de desplazamiento tiene mucha dependencia del ratio entre tiempos de viaje, por ello sus rivales tendrá que superar y demostrar sus ventajas:
- Los transportes públicos tendrán que mejorar sus frecuencias, conexiones y velocidad/tiempo de trayectos.
- La bicicleta tendrá que mejorar su percepción y realidad como vehículo seguro y saludable.
- La invitación para andar en las ciudades tiene que volver a seducir a los ciudadanos.
Como siempre, cada vez que se necesita un cambio cultural y social, las claves hemos de buscarlas también en la educación política y ciudadana. El paradigma está cambiando el rol del coche, como símbolo de riqueza y calidad de vida. En los países ricos se apuesta por el transporte público y la imagen de marca saludable es ahora ir en bici o andar.
Por Francisco Paz, Gerente de Movilidad y Formación de PONS Seguridad Vial