La Dirección General de Tráfico (DGT) ha presentado hoy el Balance de Siniestralidad Vial de 2023, donde con datos provisionales de accidentalidad en carreteras interurbanas a 24 horas se confirma por segundo año consecutivo la cifra de 1.145 víctimas lo que supone apenas tres fallecidos menos en siniestros de tráfico que en 2022, donde además hay que sumar otras 4.495 resultaron heridas graves en 2023. En opinión de Ramón Ledesma, consejero asesor de la consultora PONS Mobility, “si bien la cifra global de siniestralidad en las carreteras españolas sigue estancada, lo cierto es que la distribución de los fallecidos dentro de ese cómputo global sigue cambiando. El dato más significativo es que los usuarios vulnerables -especialmente, peatones y motoristas- pasan de representar el 37% al 40% de los fallecidos el pasado ejercicio”.
Para el representante de PONS Mobility, los datos muestran una “preocupante tendencia” respecto a los motociclistas, que siguen incrementando su porción de siniestralidad en el global. Así, en el año 2000 representaban un 6% de los fallecidos mientras que en el año 2023 ya representan el 25%. Para Ramón Ledesma, “las previsiones apuntan a que, sin medidas para revertir la tendencia, en 2030 un 30% de los fallecidos en carretera serán motoristas”. Respecto a los peatones, el consejero Ramón Ledesma señala que “mientras descienden cerca de un 10% los fallecidos en vehículos de cuatro ruedas, los peatones – especialmente en vías de alta capacidad- no descienden, representando ya 1 de cada 5 fallecidos en autopista”.
Con el objetivo de cambiar la negativa tendencia en 2024 en relación a la seguridad vial de nuestras carreteras, desde PONS Mobility apuntamos cinco medidas básicas dirigidas a las Administraciones Públicas:
1- Visibilizar la problemática de la motocicleta de gran potencia y ocio
La primera actuación para solucionar un problema en seguridad vial es visibilizar el problema. Tenemos un problema especialmente llamativo con las motos de ocio y alta potencia /relación potencia /peso. Según datos de ANESDOR, en 2023 las motocicletas de más de 750 cc representaron el 17% del mercado y, éstas, cuentan en su mayoría con más de 1CV/ por kilogramo. Su diseño y construcción se realizan para generar comportamientos especialmente riesgosos y carentes absolutamente de cualquier tipo de lógica en una carretera que cada vez pretendemos más segura. Hay que empezar a visibilizar la alta siniestralidad por km que generan.
2- Implementar el derecho de repetición para los supuestos de accidentalidad por teléfono móvil
El control y sanción de comportamientos incorrectos del móvil a través del móvil no está dando resultado. Tampoco las funcionalidades de móviles y pantallas del vehículo que invitan a no utilizarlo mientras se conduce.
Hay un factor al que desde PONS Mobility apelamos: la responsabilidad del conductor por su uso del móvil. Si o si, el conductor debe saber, no ya que utilizar el móvil puede llevar una sanción: más allá, que su uso indebido y voluntario del móvil debe tener consecuencias que tiene que tener que asumir personalmente. Estamos generando constante y permanentemente conducciones de altísimo riesgo que habían sido superadas gracias al esfuerzo de los fabricantes por diseñar automóviles más seguros: airbag, ABS, ADAS… Todo desaparece por el uso del móvil, que es ya el factor clave en la siniestralidad en España. La traducción jurídica de esa siniestralidad se llama “Derecho de Repetición” en la norma: la aseguradora abonará los daños causados a las víctimas del accidente, pero , como ocurre en el alcohol, el conductor debe saber que puede reclamarle (“repetir”, jurídicamente) los costes generados por su conducta realmente dolosa de utilizar el móvil.
3- Peatones fallecidos en vías de alta capacidad
El nexo distracción más la presencia peatón en la vía constituye uno de los epicentros de la siniestralidad que debe resolverse en los próximos años. Por definición, no deberían existir peatones en las calzadas de gran velocidad. Cuando existen, lo son esporádicamente por motivos laborales -conservación de la vía-, por accidente o por avería.
Sin embargo, siendo su presencia esporádica, representan 1 de cada 5 muertos. El incremento de la conducción distraída de los conductores en autopistas (móvil y pantalla) es una bomba de relojería ante la presencia de un “episodio obstáculo” (grúa, vehículo averiado, operario conservación…) en la calzada. Curiosamente, DGT ha diseñado la solución, no sólo a nivel país, sino la que marcará la tendencia en Europa: la señal luminosa conectada a DGT que avisará a los conductores de que existe el “episodio” en la vía. Sin embargo, hasta 2026 no será una realidad en todos los vehículos y situaciones. DGT debe realizar un proceso de pedagogía y aceleración del proceso, por lo que supone en la reducción de ese nicho de siniestralidad.
4- Programa integral de digitalización y control de la circulación de las vías convencionales de alta densidad
El nicho fundamental de la siniestralidad sigue produciéndose en las vías convencionales, y dentro de ellas, aquellas donde concurre una especial densidad de circulación, la antiguamente conocidas como “nacionales”. Sobre ellas, debe establecer un programa integral 360º con una triple herramienta: fiscalización, conectividad y comunicación. Control y digitalización. Las dos herramientas, combinadas, pueden contribuir sin duda a eliminar los episodios de alto riesgo que implican circular por estas vías. Fiscalización intensiva generando sensación “gran hermano” en estas vías mediante policía, drones, radar de tramo… unido a tecnología de conectividad forzosa (usuarios de velocidad “anormalmente reducida”- peatones, ciclistas, tractores… deben forzosamente “conectarse” para ser “visibles” electrónicamente ante los vehículos de velocidad ordinaria. Todo ello debe ir acompañado de una potente campaña de comunicación y formación que explique a los conductores como y porque se producen los accidentes en estas vías.
5- Campaña comunicación dirigida a incrementar la atención mental al volante
Son cada vez más frecuentes el conjunto de accidentes donde existe un catálogo de situaciones relacionadas con la falta de atención del conductor a la conducción. Por determinadas situaciones personales o profesionales, o incluso por la tecnología de ocio del vehículo, nuestra atención al volante no genera en muchas ocasiones la suficiente intensidad, provocándose problemas de somnolencia o falta de atención que terminan en accidente. La Dirección General de Tráfico debe “levantar” el problema, explicando y trasladando a la población conductora la necesidad de “entender” que la acción de conducir exige una atención concentrada especial permanente